La opinión del experto

Autor: Lorenzo Vai – Investigador en el ámbito de las relaciones internacionales

Uno de los aspectos más peligrosos de cualquier nacionalismo es que crea y fomenta siempre otro nacionalismo, opuesto y hostil. El nacionalismo es un sentimiento popular que, por su naturaleza misma, se alimenta de la oposición hacia otros pueblos, concretamente, hacia otros grupos de personas que se consideran — o son considerados — naciones diferentes. En otras palabras, todos los nacionalismos necesitan siempre a “otro”, a alguien que se presente como un enemigo que amenace su libertad, afirmación, o integridad.

El nacionalismo es una construcción político-social. Es un fenómeno artificial, que en el curso de la historia se ha justificado siempre de maneras diferentes. A veces mediante una lengua común, la presencia de fronteras naturales, o aspectos muy vagos como una cultura característica o una historia compartida. Por ejemplo, ¿en qué medida se puede hablar de rasgos nacionales puros en un continente como Europa donde los continuos contactos e intercambios (no siempre pacíficos) entre los pueblos han generado una variedad y una riqueza cultural sin comparación en el mundo?

No hay un razón clara y única para la presunta existencia de una nación. Como se comprueba a través de un cuidadoso estudio de la historia, según cambian las circunstancias, los actores políticos emplean un argumento diferente, de manera funcional e instrumental, para alcanzar sus objetivos políticos. Sin embargo, lo que nunca cambia en la formación de un sentimiento nacionalista es la necesidad de contraponerse a alguien. Para el nacionalismo, la unidad de un grupo se encuentra siempre a través de la separación de otro grupo o en una contraposición a él.

El caso del desafío catalán sigue perfectamente este esquema. La difusión de banderas españolas en balcones donde habitualmente hay macetas de flores y ropa tendida es un efecto directo del nacionalismo catalán. Una respuesta y un efecto peligroso porque — como correctamente afirmó Javier Marías en su artículo Lo fácil que es engañar, en El País del 30 de septiembre — así se despierta un sentimiento nacionalista durmiente, que podría ir en perjuicio de la vida democrática y de la convivencia pacífica de todo un país, con consecuencias negativas para Europa (¿cuál será el próximo nacionalismo que levante su voz para emularlo? ¿El de Flandes en Bélgica, el de Córcega en Francia, o el del Tirol Sur en Italia?).

Sin embargo, no creo que las banderas lleven siempre y en todo caso el germen de un sentido de conflictividad. Son símbolos de pertenencia, y en el mundo de hoy es normal que los ciudadanos – especialmente en Europa – tengan identidades múltiples. Una persona puede sentirse catalana, española y europea al mismo tiempo y de manera diferente. No estamos frente a una contradicción, si acaso ante una complejidad que es el producto de una sociedad (europea) con diferentes niveles de autonomía y vínculos culturales y sociales. Aceptar sin problemas estas identidades múltiples es una prueba de madurez democrática y conciencia civil.

Por supuesto, una cierta tensión entre estos niveles es normal, porque resulta fisiológica a la contraposición de intereses en cualquier comunidad política. En esta situación un engaño peligroso sería negar – con ideas que pertenecen a siglos anteriores – la coexistencia de identidades para vender el sueño de una sociedad única, rica y libre. Un sueño que parece una utopía para todos los que conocen la interconexión de los fenómenos europeos y globales. Por otro lado, estas tensiones no deben ser subestimadas por la clase política, que tiene que ser previsora para encararlas a tiempo y tiene el deber de buscar un compromiso (¡la política no es más que el arte del compromiso!)

Así las cosas, las banderas son símbolos, y como tales pueden tener distintos significados e implicancias, tanto negativos como positivos. Cuando se muestran banderas para encubrir otras, tenemos que estar preocupados. Cuando se ponen banderas por un orgullo que acepta la diversidad, estamos ante a una democracia madura. Y esta es una noticia tan buena como rara.

ISCRIVITI ALLA NOSTRA NEWSLETTER

Ti sei iscritto alla nostra newsletter, complimenti!